Atrapados en la violencia: migrantes centroamericanos quedan varados tras cierre de vías de asilo en EE.UU.

** Un nuevo informe de Médicos Sin Fronteras revela el devastador impacto de las restricciones implementadas por Estados Unidos en los primeros seis meses del actual gobierno.

Las calles de Reynosa, en el norte de México, se han convertido en un limbo para miles de centroamericanos que creían tener una oportunidad de solicitar asilo en Estados Unidos. «Nos sentimos abandonados y desprotegidos», cuenta una mujer hondureña cuya cita migratoria se canceló de la noche a la mañana. «Nunca quisimos entrar ilegalmente a Estados Unidos. Pedimos benevolencia para casos como el mío: madres que llevan mucho tiempo esperando con sus hijos, que quieren darles una vida mejor».

Esta historia se repite a lo largo del corredor migratorio latinoamericano, según documenta el informe «Rechazados. El devastador impacto humano de los cambios de política migratoria en Estados Unidos, México y América Central«, publicado por Médicos Sin Fronteras (MSF) el pasado 11 de agosto.

El documento, basado en datos médicos y entrevistas exhaustivas con pacientes de diversas nacionalidades, revela cómo «el actual Gobierno estadounidense ha implementado la política migratoria más restrictiva y deshumanizante en años, abandonando a cientos de miles de personas que buscaban asilo en Estados Unidos», según indica Relief, la fuente que dio a conocer el informe.

El cierre sistemático de las vías legales de asilo

Desde finales de enero, el gobierno estadounidense cerró las principales rutas para solicitar protección internacional. La suspensión de la aplicación CBP One y la eliminación del parole humanitario han dejado prácticamente sin opciones a quienes huyen de la violencia en sus países de origen.

«Las vías para solicitar asilo, cerradas», documenta el informe, mientras detalla cómo se han reforzado las medidas de seguridad en la frontera con México y se han implementado deportaciones «en condiciones abusivas, incluyendo la deportación de personas encadenadas, el envío de deportados a terceros países y la separación de familias».

El impacto se ha extendido más allá de las fronteras estadounidenses. Según el documento, «varios países del corredor migratorio latinoamericano también han reforzado las medidas de disuasión», implementando devoluciones forzosas, restricciones a la circulación y el desmantelamiento de campamentos urbanos.

Franking Frías, subdirector de operaciones de MSF en México y Centroamérica, explica que «estas políticas, combinadas con la drástica reducción de la ayuda y la huella humanitaria a lo largo de la ruta migratoria, han tenido un impacto devastador en el bienestar de las personas que buscan seguridad».

Atrapados en un ciclo de violencia sin escape

La realidad que enfrentan los migrantes varados se ha vuelto cada vez más peligrosa. «Estuvimos cautivos durante 60 días», relata un hombre venezolano en Ciudad Juárez. «Los delincuentes me golpearon en la cabeza, me sacaron una muela y me pusieron una pistola en la boca para tomarme fotos y llamar a uno de mis hijos en Estados Unidos».

Carmen López, gestora de actividades móviles de salud de MSF, documentó el caso de un venezolano y su hijo que fueron deportados a pesar de haber ingresado legalmente con CBP One: «Primero, los mantuvieron separados en un centro de detención en Estados Unidos durante unos 20 días. Posteriormente, los deportaron a México. Durante el traslado a las autoridades mexicanas, le robaron la mochila que contenía sus pertenencias y ahorros».

Para la mayoría, regresar a sus países de origen no representa una opción viable. «Nos dieron un ultimátum de 24 horas para pagar una cantidad de dinero que no teníamos», testimonia una mujer salvadoreña en Tapachula. «Migrar no fue una decisión política ni la búsqueda de mejores oportunidades económicas. Fue una decisión urgente para salvar nuestras vidas».

Ricardo Santiago, coordinador de programas de MSF en el norte y sur de México, confirma el recrudecimiento de la violencia: «La violencia es mucho más evidente ahora. Antes, dada la gran cantidad de personas en movimiento, algunos se salvaban, mientras que hoy la mayoría de las personas con las que he hablado han sido víctimas de violencia. No hay escapatoria».

El impacto psicológico de esta situación ha sido devastador. Lucía Samayoa, coordinadora del proyecto de MSF en Tapachula, observa que «los síntomas son cada vez más intensos. Viven bajo mucha presión y estrés. Muchas personas requieren tratamiento farmacológico, con un proceso terapéutico más estructurado y prolongado».

Entre enero de 2024 y mayo de 2025, los equipos de MSF brindaron más de 90,000 consultas de salud primaria y atendieron a casi 3,000 supervivientes de violencia sexual en México, Guatemala, Honduras, Costa Rica y Panamá. La organización hace un llamamiento urgente para que los gobiernos de la región «abandonen las duras tácticas de disuasión y adopten políticas migratorias y de protección humanas».