Ejecución de exmilitar nicaragüense en territorio costarricense revela persecución sin fronteras

El asesinato del mayor en retiro Roberto Samcam este 19 de junio en San José, Costa Rica, ha encendido las alarmas sobre la proyección internacional de la represión política del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. El crimen, ejecutado con las características de una operación planificada, representa un escalamiento preocupante en la persecución de opositores nicaragüenses en territorio costarricense.
Según confirmó la Policía Judicial (OIJ) de Costa Rica, Samcam fue interceptado por dos sicarios en motocicleta en el sector de San Francisco de Dos Ríos, Moravia. El exmilitar recibió ocho impactos de bala en su residencia, en lo que las autoridades investigan como una posible ejecución por encargo. La metodología del crimen —sicarios en motocicleta, múltiples disparos y la precisión del ataque— coincide con patrones operativos asociados a eliminaciones selectivas, lo que refuerza las sospechas sobre la naturaleza política del asesinato.
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Roberto Samcam se había establecido como una figura prominente en la denuncia del autoritarismo nicaragüense desde su exilio en Costa Rica. Su participación en medios de comunicación y espacios de análisis político lo convirtió en una voz incómoda para el régimen Ortega-Murillo, especialmente por sus señalamientos sobre violaciones a los derechos humanos y el deterioro democrático en Nicaragua. La activista nicaragüense Samantha Jirón, quien consideraba a Samcam como una figura paterna, confirmó los hechos y subrayó el impacto de esta pérdida para la comunidad de exiliados nicaragüenses.
La oposición nicaragüense en el exilio no dudó en responsabilizar directamente al régimen de Ortega y Murillo por el homicidio. La Unión Democrática Renovadora (Unamos) calificó el asesinato como «un acto de persecución política transnacional» y demandó a las autoridades costarricenses llegar «al fondo del crimen» para identificar y castigar a los responsables. La organización resaltó el papel de Samcam como una «voz incansable y valiente» en la denuncia de la represión en Nicaragua desde su exilio.
La Unidad Nacional Azul y Blanco fue más categórica en sus acusaciones: «Esta acción criminal de la dictadura confirma que el Estado de Nicaragua está actuando mediante sicarios en Costa Rica». La organización denunció la presunta operación de células de espionaje y sicariato en territorio costarricense al servicio del régimen nicaragüense. Juan Sebastián Chamorro, opositor desterrado, reforzó estas acusaciones al señalar que el asesinato «tiene claramente la manufactura de las operaciones de la dictadura» y advirtió sobre la existencia de «un patrón definido» en estas operaciones.
Por su parte la Plataforma de Unidad por la Democracia (PUDE), exigió » justicia y garantías reales para quienes luchamos por la libertad desde el exilio».
Implicaciones para la seguridad regional y la protección de exiliados
El asesinato de Samcam plantea interrogantes urgentes sobre la capacidad del régimen nicaragüense para proyectar su represión más allá de sus fronteras. Si se confirman las acusaciones de la oposición, estaríamos ante una escalada significativa en la persecución transnacional de disidentes políticos que desafía principios fundamentales del derecho internacional y la soberanía estatal.
Para Costa Rica, este crimen representa un desafío mayúsculo a su soberanía y seguridad nacional. La presunta operación de células criminales al servicio de un gobierno extranjero en territorio costarricense constituye una violación grave de la integridad territorial y pone en riesgo la seguridad de la numerosa comunidad de exiliados nicaragüenses que ha encontrado refugio en el país. Esta situación coloca al gobierno costarricense en una posición compleja: debe garantizar la protección de quienes buscan refugio en su territorio mientras preserva su seguridad interna.
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La opositora Dora María Téllez, en declaraciones a 100% Noticias, responsabiizó directamente a la cúpula del régimen Ortega-Murillo con el crimen. “Yo sí creo que ahí hay una planificación que sale de El Carmen”, lugar donde viven los dictadores nicaragüenses.
Para Téllez, Samcam era una voz respetada dentro de las fuerzas armadas, lo que habría generado temor dentro del círculo de poder.. “El asesinato de Samcam tiene que ver con el miedo en lo que se está produciendo en las filas de la policía y el ejército”, expresó.
Las organizaciones opositoras coincidieron en exigir atención internacional urgente sobre lo que califican como «represión transnacional» del régimen Ortega-Murillo. Este llamado cobra particular relevancia en un contexto donde los mecanismos tradicionales de presión diplomática han mostrado limitaciones para contener el autoritarismo nicaragüense. La comunidad internacional enfrenta ahora el desafío de desarrollar estrategias efectivas para proteger a los exiliados políticos de la persecución extraterritorial.
El asesinato de Roberto Samcam no solo representa la pérdida de una voz crítica, sino que evidencia la determinación del régimen nicaragüense de silenciar la disidencia sin importar fronteras. La respuesta de las autoridades costarricenses será crucial para determinar si estos actos quedan en la impunidad o si se establecen precedentes para la protección efectiva de exiliados políticos en la región. La familia de Samcam, encabezada por su esposa Claudia, enfrenta ahora no solo el dolor de la pérdida, sino la incertidumbre sobre su propia seguridad en un contexto donde las fronteras parecen no representar una barrera efectiva contra la represión política del régimen nicaragüense.