Entre sueños y pesadillas: la cruda realidad de la trata de personas en las Américas
«Yo llegué a la República Dominicana sabiendo que tenía una deuda de 4.500 dólares, pero desconocía las condiciones bajo las cuales tendría que pagarla”, cuenta Andrea*, una joven colombiana que dejó su país en busca de mejores oportunidades. “Pronto descubrí que me quitaban todo el dinero que ganaba y que debía trabajar largas jornadas desde las 8 de la mañana hasta las 3 de la madrugada del día siguiente».
Andrea vivía una difícil situación económica debido al desempleo en su país. En medio de la desesperación, una amiga suya le comentó de una muy buena oportunidad laboral en la República Dominicana. La oferta era bastante tentadora, pues además de recibir un buen salario la empresa le prestaría una importante suma de dinero para que pudiera viajar.
Con la ilusión de ahorrar algo de dinero para apoyar a su familia, Andrea aceptó viajar, sin llegar a imaginar que sus sueños acabarían convirtiéndose en su peor pesadilla.
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Tan pronto aterrizó, Andrea fue trasladada por un grupo de hombres a un lugar secreto donde se encontraban retenidas otras mujeres de distintas nacionalidades y, al no tener como pagar el dinero que debía, fue forzada a prostituirse. Su supuesta amiga la había engañado para que en las peores condiciones fuese víctima de explotación sexual de una red transnacional de trata de personas.
“Me obligaban a estar con varios clientes incluso menstruando,” recuerda Andrea. “Debido a esto tuve un sangrado y tuve que ir al médico. Me dijeron que debía suspender las relaciones sexuales ya que podía desarrollar cáncer de ovario”.
Después de ocho meses, y en medio de una profunda desesperanza, Andrea logró finalmente recobrar su libertad tras una operación policial. Luego de regresar a Colombia y reencontrase con su familia, ahora lucha para superar el trauma ocasionado por esta experiencia.
La trata de personas afecta de manera desproporcionada a las mujeres. Según estadísticas del Counter Trafficking Data Collaborative (CTDC, 2023) en las Américas cerca del 80% de los casos identificados de trata de personas afectan a mujeres, y más del 70% de estos casos tienen como finalidad la explotación sexual.
Si bien en muchas ocasiones las víctimas de explotación sexual son trasladadas a otros países, como en el caso de Andrea, los tratantes también pueden cometer dichos actos sin necesidad de retener físicamente a la persona o llevarla a otro lugar.
En el caso de María*, una joven costarricense víctima de trata de personas a los 12 años, un supuesto representante de una importante agencia de modelos la contacto por redes sociales para invitarla a participar en una sesión fotográfica.
“Desde pequeña nunca tuve la pasión por el modelaje, pero me llamaba la atención la parte de la fotografía, por lo cual fui a la audición y todo me pareció sumamente normal. Fui acompañada de mi mamá. Las fotografías fueron en ropa casual. Nunca hubo piel, vestidos de baño”, afirma María.
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Los representantes de la agencia lograron ganarse la confianza tanto de María como de su madre debido a la aparente profesionalidad de su trabajo. Sin embargo, todo cambiaría en cuestión de semanas, cuando les solicitaron tomarse fotos íntimas.
“Un día me dijeron que tenía que hacer fotos desnuda y me amenazaron con matar o abusar sexualmente de mi hermana menor si me negaba”, recuerda María.
Después de tres tormentosos años, María tuvo la valentía de contarle lo que estaba sucediendo a su mamá. Tomaron la decisión de cambiar de domicilio, números de teléfono, cerrar sus cuentas de redes sociales y denunciar a los tratantes ante las autoridades quienes años más tarde acabarían en prisión.
En las Américas, se estima que una de cada tres víctimas de trata es menor de edad (CTDC, 2023), y aunque la explotación sexual sigue siendo la principal finalidad, especialmente en Centroamérica y el Caribe, los casos de explotación laboral no dejan de ser preocupantes en toda la región.
Tomás*, un joven guatemalteco de 14 años fue víctima de explotación con fines laborales en los Estados Unidos al intentar emigrar de manera irregular para trabajar y ayudar económicamente a su familia tras la muerte de su padre.
“Por mucho que trabajaba, no ganaba lo suficiente para cubrir las necesidades de mi familia. Por eso, al escuchar de algunos amigos la historia de un coyote que ofrecía la posibilidad de ir a Estados Unidos a trabajar y ganar en dólares, me pareció la solución que tanto buscaba”, recuerda Tomás.
Este joven comenzó su ansiado viaje acompañado de otras personas menores de edad de Guatemala, El Salvador y México. Cruzaron la frontera con documentos falsos y después de días de viaje en condiciones inhumanas dentro de un camión, finalmente llegaron a California.
“Vivía en condiciones inhumanas, trabajando jornadas extenuantes de 9 a 12 horas al día y recibiendo una mínima cantidad de comida. Dormía, comía y trabajaba en el mismo lugar, con un acceso limitado al agua para lavarme”, afirma Tomás.
Él y los otros jóvenes fueron obligados a trabajar en extensos campos agrícolas donde cultivaban tomate y otros frutos. Cada 15 días, les ofrecían un pago de 25 dólares, argumentando que el resto del dinero iba destinado al pago de la deuda que habían adquirido durante el viaje.
Un día, cuando Tomás estaba enviando sus pocos ingresos a su familia en Guatemala, la persona encargada de las remesas notó que Tomás estaba extremadamente delgado. Él le confesó que llevaban dos días sin recibir más que la ración de comida matutina y le dijo que tenía tan solo 16 años y era originario de Guatemala. Esta revelación fue suficiente para que la persona denunciara la situación a la policía.
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Gracias a esa denuncia, las fuerzas de seguridad lograron rescatar a Tomás, a su amigo José y a otros tres jóvenes de entre 13 y 16 años que también estaban siendo víctimas de explotación laboral. Todos ellos presentaban signos de desnutrición y estaban en estado de shock emocional.
En todo el mundo, desde 2002 se ha detectado un creciente número de víctimas masculinas de trata de personas. En 2020, los hombres llegaron a representar cerca del 20% de las víctimas detectadas. No obstante, la situación podría ser mucho más grave, debido al subregistro de víctimas de trata de sexo masculino identificado en los escasos estudios nacionales con los que se cuenta hoy en día.
Las historias de Andrea, María y Tomás son un reflejo de la cruda realidad que viven millones de personas en todo el mundo, quienes son privadas de su dignidad y libertad a manos de despiadados criminales cuyo único objetivo es beneficiarse económicamente del sufrimiento y la explotación humana.
Estos dolorosos relatos son un recordatorio de la urgente necesidad de que gobiernos, sociedad civil y organismos internacionales mejoren las estrategias de prevención, identificación y apoyo a las personas sobrevivientes de este vergonzoso delito. Solo así cumpliremos con la promesa de no dejar atrás a ninguna víctima de trata en su derecho a la justicia y la reparación.
*Los nombres fueron cambiados para proteger las identidades
Texto de Carlos Escobar, Asistente de Comunicación y Medios en la Oficina Regional de la OIM en San José.