«Es hora de que salgas de Estados Unidos»: la carta que aterroriza a niños migrantes

La primera línea no deja lugar a dudas. «Es hora de que salgas de Estados Unidos», lee María, de 12 años, en una carta oficial que llegó a su nombre. Sus manos tiemblan mientras su tía le explica lo que significa esa comunicación del Departamento de Seguridad Nacional. María ingresó legalmente al país en 2014 como «menor no acompañada» bajo un programa humanitario. Once años después, el gobierno de Donald Trump le ordena irse.

María no está sola. Decenas de niños en el área de Waukegan, Illinois, han recibido cartas similares en las últimas semanas. Todos ellos cruzaron la frontera sin sus padres, principalmente desde México, y fueron acogidos bajo protecciones especiales para menores no acompañados. Después se reunieron con familiares que ya vivían en Estados Unidos. Ahora, años después de haber construido una vida en el país, el gobierno les dice que deben irse inmediatamente.

«Actualmente te encuentras aquí porque el Departamento de Seguridad Nacional te otorgó un permiso de entrada condicional a Estados Unidos por un período limitado. El DHS está ejerciendo su discreción para cancelar tu permiso de entrada condicional, o ya lo ha hecho», continúa la carta que recibió María y otros menores como ella.

La amenaza es explícita: «Si no sales de Estados Unidos de inmediato, estarás sujeto a posibles medidas policiales que resultarán en tu deportación». La comunicación oficial no se detiene ahí. Advierte sobre posibles procesos penales, multas civiles y sanciones. Y cierra con una línea que ha mantenido despiertos a muchos niños: «No intentes permanecer ilegalmente en Estados Unidos; el Gobierno federal te encontrará».

Para la pastora Julie Contreras, del santuario United Giving Hope en Waukegan, estas cartas representan «una barbaridad, algo nunca visto o imaginado por todos los que nos dedicamos a la defensa de los indocumentados». Contreras ha visto llegar a su iglesia a tres de estos niños acompañados de madres o tías, buscando el refugio de santuario. Un cuarto fue dejado solo al cuidado de la iglesia porque sus padres tienen miedo de mostrarse.

«Imaginen qué pasa por la cabeza de un niño al recibir una carta de este tipo de parte del Gobierno del país más poderoso del mundo, que les niega el permiso humanitario. Esto es muy grave y fuerte», dice Contreras. La pastora entiende que el impacto va más allá de las palabras en el papel: «Estos niños no son los criminales que Trump afirmó que el ICE perseguiría. Son víctimas de violaciones de derechos humanos y están siendo aterrorizados. Incluso si el ICE no los busca de inmediato, la sola amenaza les causa un grave trauma psicológico».

Un sistema que se desmorona

La situación legal de estos menores es compleja. Aunque se han reunificado con sus familias, no pueden ser representados legalmente por sus padres en los tribunales de inmigración debido a la forma específica en que ingresaron al país. Dependen de abogados defensores que han visto reducidos sus recursos para atender la creciente demanda.

La Ley de Inmigración establece que los menores no acompañados que llegan a la frontera sin un padre o tutor legal deben recibir protección especial. Son puestos bajo el cuidado de la Oficina de Reubicación de Refugiados y se les otorga un permiso humanitario mientras se procesan sus casos. Pero defensores y abogados afirman que este sistema se está desmantelando silenciosamente.

Davina Casas, pastora y líder de la Organización Monarquía de Chicago, explica que en marzo la Administración Trump recortó los fondos para abogados de menores no acompañados. Solo tras una demanda de once grupos defensores se restablecieron temporalmente por orden judicial, aunque el caso sigue abierto. Casas duda que, incluso con fondos restablecidos, la demanda pueda ser cubierta.

Las cifras revelan la magnitud del fenómeno. Según el Transactional Records Access Clearinghouse de la Universidad de Syracuse, desde que Trump asumió el cargo en enero, los jueces han ordenado la deportación de más de 53,000 niños inmigrantes. En abril solamente, los tribunales ordenaron la deportación de más de 8,300 niños de once años o menos.

La mayoría de estos niños están en edad de escuela primaria o son menores. Aproximadamente 15,000 tenían menos de cuatro años y otros 20,000 entre cuatro y once años. Los adolescentes también se han visto afectados, con 17,000 de ellos enfrentando deportación.

Contreras ve en estas cartas un cambio «preocupante y alarmante», porque ahora se buscaría despojar a los niños de las protecciones de asilo, incluso a aquellos con solicitudes pendientes, y acelerar la deportación de menores sin el debido proceso. «Estados Unidos está perdiendo su humanidad», dice. «Las iglesias y otros santuarios ya no ofrecen garantías».

Mientras tanto, María y otros niños como ella esperan. Algunos en santuarios, otros escondidos en sus casas, todos con la misma pregunta: ¿qué será de ellos en el país que una vez los acogió y ahora les dice que se vayan?