La crisis del agua que el régimen de Ortega cargó a las mujeres nicaragüenses

*** Mientras la dictadura asegura tener 95% de cobertura de agua potable, la ONU revela que solo el 56% tiene acceso seguro al vital líquido.

La escasez de agua potable en Nicaragua ha recargado de manera desproporcionada a las mujeres, quienes deben reorganizar completamente sus vidas para garantizar el suministro en sus hogares. Pese a que muchas casas tienen conexión a las redes de la estatal Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados (Enacal), la realidad cotidiana revela un sistema deficiente que obliga a las mujeres a asumir la responsabilidad total del abastecimiento familiar.

Juana, de 55 años y residente de Nueva Segovia, ejemplifica esta crisis: «detiene todas sus actividades durante un día para esperar a que llegue el agua y, solo entonces, iniciar sus labores domésticas: lavar la ropa, limpiar la casa y llenar barriles, pichingas, tinas y baldes que le permitan pasar otras 48 horas sin el suministro», según documenta Expediente Público.

«Hay agua potable, pero el problema está en que no abastece. Tenemos agua cada dos o tres días, pero tenemos que estar pendientes para poder recogerla… porque si se acaba y no la ponen, tenemos que ir al río», relata Juana bajo condición de anonimato por temor a represalias del régimen.

En época de sequías, la situación se agrava. «Nos dan el agua medidita en los meses de verano. Tenemos que acarrearla del río porque no nos alcanza. Uno hace pozos junto al río; se abre un hoyo, ahí se filtra, y de ahí se saca y se trae; se hierve, es la única forma», explica.

Gastos que comprometen la economía familiar

El impacto económico de la crisis hídrica es devastador para las familias nicaragüenses. Mariela, de 38 años, también de Nueva Segovia, gasta «960 córdobas (US$26) al mes en agua purificada» debido a que el agua que recibe es «color tierra». Esto se suma a la factura mensual de Enacal que «puede ser de hasta más de 1,000 córdobas (US$27.30)».

«Vemos injusto el precio que pagamos por el recibo porque no es de calidad lo que recibimos», reclama Mariela. Estos gastos representan «alrededor de la tercera parte del salario mínimo que percibe en una fábrica agrícola, equivalente a casi 6,000 córdobas (US$163)».

La situación se replica incluso en la capital. Natalia, residente del Distrito Tres de Managua desde hace 15 años, confirma: «Siempre ha estado ese problema: no hay agua en todo el día». Debe esperar «que venga en la noche o en la madrugada, porque no hay un horario específico» para llenar «cinco barriles para lavar ropa, limpiar la casa, lavar trastes y buscar cómo llenar baldes con tapa para cocinar, tomar».

Josefa, de 52 años y residente de El Castillo, Condega, denuncia que recoger el agua enviada por Enacal «es un riesgo para las mujeres» pues lo hacen «en las orillas de las carreteras, donde deben sacar los barriles, incluso en horas de la noche».

La versión oficial del régimen contrasta dramáticamente con esta realidad. La ingeniera Alina Lagos, vicepresidenta ejecutiva de Enacal, aseguró que «el país tiene más del 95 % de cobertura del servicio de agua potable» y que «han invertido en más de 70 proyectos desde 2007 hasta la fecha».

Sin embargo, el informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU) reveló que «el 55.5 % de la población tenía acceso al servicio de agua potable gestionado de forma segura», mientras que «el 16.8 % restante simplemente no tenía acceso a agua potable».

Graves consecuencias para la salud

Las consecuencias sanitarias son alarmantes. El doctor Rommel Meléndez, especialista en Medicina General, explicó que «en Nicaragua, sobre todo en verano, aumentan los casos de diarrea y diarrea aguda por contaminación del agua, ya sea porque así les llega desde las tuberías, por mal uso o mal almacenamiento».

El consumo de agua contaminada puede causar «leptospirosis, intoxicaciones con metales pesados —sobre todo en zonas mineras—, vómitos, trastornos neurológicos y hasta cognitivos», afectando especialmente a «menores de edad, neonatos, mujeres embarazadas y personas de la tercera edad».

Un experto en recursos hídricos consultado por Expediente Público advirtió que «en las zonas rurales de Nicaragua el abastecimiento de agua en la casi totalidad de los acueductos se hace sin aplicación de cloro, o se realiza bajo prácticas inadecuadas». La inversión en mantenimiento «es totalmente insuficiente y extemporánea».

Pese a los créditos internacionales —el Banco Mundial otorgó «más de US$50 millones» y el régimen planea solicitar «US$130 millones al Banco Centroamericano de Integración Económica»— mujeres como Juana, Mariela, Natalia y Josefa continúan «sobreviviendo a la escasez del agua, cargando la responsabilidad de garantizar en sus hogares el acceso a ese vital líquido, el cual debería ser un derecho, como lo reconoció la ONU en 2010».

Este reportaje fue producido por La Sala, mujeres en la redacción en colaboración con Expediente Público y Radio Voz, alianza de la que Entrepatrias es parte.