Médicos nicaragüenses exiliados en Costa Rica: sin permiso para ejercer, obligados a sobrevivir con empleos mal remunerados

***Médicos nicaragüenses exiliados en Costa Rica enfrentan trabas burocráticas que les impiden ejercer y los obliga a sobrevivir en oficios ajenos a su profesión.
Redacción Entrepatrias – II Entrega de II
Rommel Meléndez no debería estar detrás de una barra, sirviendo café. Debería estar en una sala de emergencias, en un consultorio o en un hospital. Es médico, egresado de una universidad en Nicaragua, pero lleva más de cuatro años y medio trabajando en un restaurante en Costa Rica, país al que llegó exiliado, huyendo del régimen orteguista.
Llegó a Costa Rica en agosto de 2018, con la esperanza de rehacer su vida profesional, pero rápidamente se encontró con un muro de trámites, requisitos y demoras que frustraron ese plan. En pocos meses, el número de médicos nicaragüenses exiliados en situaciones similares ascendió a 34, todos enfrentando los mismos obstáculos. Como él, muchos se vieron obligados a abandonar su vocación por la trampa de la burocracia costarricense.
“Los 34 médicos que llegamos exiliados empezamos el proceso para incorporarnos, para que el Estado reconociera nuestro título. Pero desde el inicio fue complicado (…) La primera cita con el Conare me la dieron seis meses después de solicitarla”, relata el doctor Meléndez.
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El Conare es el Consejo Nacional de Rectores encargado de revisar los documentos de los médicos que solicitan su incorporación o la equiparación de títulos obtenidos en el extranjero.
Tras aprobar el examen de incorporación, el “médico extranjero debe completar el proceso de incorporación como médico general” ante el Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica, explica la misma institución tras consultas de Entrepatrias.
“Una vez completado, el médico obtiene su código de colegiado y está habilitado para ejercer la medicina general en el país”, señala la institución.
La lista de requisitos, según Meléndez, es larga y rigurosa: título apostillado, notas universitarias en papel membretado y con fecha reciente, carta y liberación del servicio social, documentos del internado, pensum académico. “Todo debía estar apostillado. Pero había un problema: la universidad en Nicaragua estaba cerrada, no estaban extendiendo ningún tipo de documento, mandé a una amiga y le dijeron que debía ser presencial”, se queja Meléndez.
De los 34 médicos, solo dos lograron homologar su título —uno de ellos porque tenía contactos y llegó por cuenta propia a Costa Rica, sin pasar por el mismo viacrucis que los demás—. El resto, enfrentado a la falta de documentos y a un sistema costarricense excluyente, tuvo que buscar otros caminos para sobrevivir.
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“Todos se fueron del país prácticamente, ninguno pudo homologar (…) Realmente fue una etapa dura la que todos los médicos pasamos aquí y por eso la mayoría decidió abandonar Costa Rica que, además de ser un país caro y completamente excluyente, prácticamente nadie pudo lograr de los que estábamos exiliados completar los requisitos”, señala el doctor Meléndez.
El doctor Meléndez, quien posee un máster en salud sexual y reproductiva, sigue en Costa Rica, pero conoce a muchos médicos especialistas nicaragüenses que han migrado a terceros países, donde algunos ya ejercen la medicina y otros esperan la convalidación de sus títulos.
Una tragedia silenciosa
Meléndez es el reflejo de una tragedia silenciosa: médicos cocinando, manejando Uber, limpiando casas, vendiendo ropa, trabajando como meseros o saloneros. Profesionales de la salud con años de estudio, con experiencia clínica, que hoy no pueden ejercer por barreras administrativas que no se han flexibilizado ni siquiera frente a una emergencia migratoria.
“Todos los médicos que trabajamos acá, pues ninguno trabajó como médico, por supuesto. Recuerdo que un doctor de apellido González, el cirujano bariatra —subraya Meléndez—, anduvo haciendo Uber, incluso en bicicleta. Otros estuvieron trabajando conmigo haciendo encuestas. Otros trabajaron cuidando pacientes, en tiendas, y la mayoría, prácticamente los de mayor edad que vinieron con sus hijos, eran los hijos los que los mantenían”.

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Además de sus turnos como bartender y salonero, Meléndez imparte clases en un instituto técnico creado por él, llamado Manos Amigas, un emprendimiento educativo que ofrece formación técnica a personas migrantes. “Aquí estoy trabajando en un restaurante (…) Llevamos dos años y medio en el emprendimiento que tenemos de Manos Amigas”, agrega.
Graves demoras en formación e incorporación de médicos especialistas
Frente a este panorama, la crisis en la atención especializada del sistema público de salud en Costa Rica se profundiza. A la falta de especialistas y a la prolongada espera de pacientes se suma un complejo entramado burocrático, legal y administrativo que obstaculiza la incorporación de médicos extranjeros, incluyendo los nicaragüenses, al sistema de salud.

Carlos Varela, abogado con énfasis en salud pública de la Defensoría de los Habitantes, fue enfático en señalar que el Colegio de Médicos y Cirujanos, conforme a la ley, es quien determina la incorporación profesional. “Prácticamente el Colegio de Médicos es el que establece, de conformidad con la ley, cuál médico es el que se incorpora o registra su especialidad”, señala.
La situación se vuelve especialmente crítica ante el contexto epidemiológico y demográfico del país. “La capacidad de respuesta de la institución, de la Caja Costarricense de Seguro Social, no ha sido suficiente como hubiéramos esperado”, sostuvo Varela.
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Uno de los cuellos de botella es la lentitud en la formación de especialistas médicos, que afecta tanto a costarricenses como a extranjeros. La Defensoría de los Habitantes registra la renuncia de 172 médicos, pero considera que han regresado unos 108 bajo el nuevo esquema de salario global, considerado más atractivo por muchos profesionales. No obstante, esto no compensa el rezago acumulado ni ofrece una respuesta a la problemática que vive el sistema de salud costarricense.
“Nos preocupa la forma de cómo están ocurriendo estas situaciones de formación, distribución y retención de especialistas”, señaló Varela.
Según un censo realizado por el Colegio de Médicos y Cirujanos en mayo de 2023, los especialistas esperarían mejores “incentivos, insumos de calidad, equipos modernos y, crucialmente, la flexibilidad horaria, además de un salario competitivo”.
Un 40% de los especialistas estarían dispuestos a regresar a sus labores en la Caja “si se implementaran mejoras en las condiciones laborales”. Mientras tanto, cientos de profesionales migrantes permanecen al margen, a pesar de su formación y disposición a trabajar.
El Colegio de Médicos y Cirujanos, sin embargo, insiste que los requisitos establecidos para la incorporación buscan “garantizar que todos los médicos que se integran al sistema de salud costarricense, independientemente de su lugar de formación, posean los conocimientos y habilidades necesarios para brindar una atención segura y de calidad”.
“Velar por esta calidad profesional es un pilar fundamental de nuestra labor y responde directamente a nuestra responsabilidad de proteger la salud de los pacientes”, agregan.
Examen único y disparidades entre universidades
Mientras tanto, el impacto es directo sobre la población. “La cantidad de personas que esperan por un procedimiento diagnóstico, por una consulta con especialista o por una cirugía es alarmante”, subraya Varela.
La Defensoría advierte que la espera prolongada no solo deteriora la salud física de los pacientes, sino también su salud mental. “La calidad de vida se ve gravemente afectada. Estar en lista de espera produce angustia, preocupación… en casos oncológicos, ansiedad y estrés severo”, explica.
En cuanto a las listas de espera, Varela fue claro: “Todos los sistemas de salud, públicos o privados, tienen listas de espera. El asunto es gerenciarlas adecuadamente”. Para la Defensoría, la administración eficiente de estas listas y el establecimiento de tiempos de respuesta razonables es clave para garantizar el derecho a la salud.
Médicos extranjeros y requisitos mínimos
El debate ha cobrado fuerza por el caso de decenas de médicos nicaragüenses formados en universidades reconocidas, quienes no han logrado incorporarse al sistema costarricense por trabas administrativas o falta de equivalencias reconocidas. Varela quien asegura que “todos los médicos, indistintamente de su nacionalidad, son bienvenidos a Costa Rica”, también enfatizó que “hay unos mínimos que hay que cumplir, que por debajo de los cuales sería inaceptable”.
“Cualquier médico especialista puede incorporarse en el país si cumple con los requisitos. No hay ninguna cuestión por nacionalidad, sino por una cuestión de orden que tiene que cumplir con los requisitos”, agrega Varela.
Para la Defensoría urge resolver las trabas legales y administrativas que impiden una formación e incorporación eficiente de especialistas. Con miles de personas esperando atención y una crisis que amenaza con empeorar, la salud pública en Costa Rica necesita respuestas concretas y urgentes.

Según Varela, sería oportuno “revisar los procedimientos” y los plazos para que el trámite de homologación e incorporación de los médicos extranjeros, “pudieran ser más expeditos o más ágiles y tratar no de bajar los requisitos, sino facilitar que las personas puedan cumplir con ellos”.
Población quiere soluciones
Frente a la creciente crisis de especialistas en la Caja Costarricense de Seguro Social, Entrepatrias consultó a costarricenses sobre los retos y oportunidades que enfrenta el sistema de salud.
Entre las voces recogidas, los ciudadanos destacan la propuesta de incorporar a médicos extranjeros con formación sólida, incluyendo especialistas nicaragüenses exiliados en el país, muchos de ellos con amplia trayectoria profesional.

“Funcionaría traer profesionales que tuvieron que salir de su país por situaciones políticas, pero que tienen la capacidad y formación para ejercer la medicina en Costa Rica, Puede ser una solución muy viable para resolver las largas presas en la Caja”, dijo Francisco Agüero.
Ruth Quiros, sostiene que Costa Rica “está dejando pasar” la oportunidad de contratar especialistas médicos. “Es un desperdicio total de talento humano”, añade.
Mientras que, Jonder Arias cree que es importante “mejorar significativamente la atención” en los centros hospitalarios y que esta sea “oportuna, rápida y accesible para todas las personas”.
Los entrevistados coinciden que esta podría ser una salida oportuna y estratégica ante la escasez de personal médico especializado en el país.
El Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica reconoce que la disminución en el número de especialistas disponibles en el sistema público “inevitablemente conlleva a la prolongación de los tiempos de espera para la obtención de citas de consulta y para la realización de procedimientos quirúrgicos”.