Auge de migración femenina y de menores no acompañados
La región de Centroamérica y República Dominicana (CARD) está experimentando una notable transformación en sus dinámicas migratorias. Tradicionalmente zonas de emigración, ahora son paso obligado para flujos migratorios cada vez más diversos.
Desde 2015, se ha registrado un aumento en la migración femenina y de menores no acompañados, en contraste con el predominio histórico de hombres solos. Además, se observan desplazamientos forzados por violencia y persecución política, junto a migraciones laborales y de solicitantes de asilo.
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Un caso particular es Panamá, cuya región del Darién se ha convertido en la principal ruta para quienes buscan llegar a Estados Unidos. Según datos oficiales, el tránsito de migrantes por esta zona pasó de 30,000 en 2019 a más de 520,000 en 2023, siendo Venezuela el principal país de origen.
Este flujo masivo ha generado nuevos desafíos humanitarios. El peligroso cruce del Darién, una de las selvas más inhóspitas del mundo, expone a los migrantes a enfermedades, lesiones, violencia y condiciones precarias. Si bien reciben ayuda de organizaciones, los centros de acogida enfrentan niveles máximos de capacidad.
Según Feldman y Sturino (2024), desde el 2021 se ha experimentado un cambio radical en el papel de Panamá dentro del sistema migratorio continental. Las presiones migratorias en Sudamérica derivadas de las crisis locales y la «puerta abierta» con Colombia han hecho que la región del Darién se convierta en una especie de «paso obligado» para quienes sueñan con llegar a los Estados Unidos.
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Expertos señalan que detrás de este aumento migratoria no hay una sola causa, sino que influyen factores como las crisis internas en países como Venezuela y Haití, así como percepciones equivocadas sobre políticas migratorias más flexibles. Ante esto, la solidaridad y cooperación internacional son clave para una atención integral y el respeto a los derechos de las personas migrantes y refugiadas.
