Víctimas nicaragüenses exigen justicia como base para la transición democrática

En un reciente conversatorio sobre los procesos de justicia y memoria en Nicaragua, representantes de organizaciones de víctimas compartieron sus experiencias y reflexiones sobre cómo han trabajado para mantener viva la memoria de abril de 2018 y exigir justicia sin impunidad para las violaciones de Derechos Humanos ocurridas durante la crisis sociopolítica.
Francis Valdivia, de la organización Madres de Abril (AMA), destacó la importancia de definir claramente quién es considerado víctima desde una perspectiva jurídica: «En el área del derecho internacional se refiere precisamente a la parte lesionada y en el área de protección internacional de los derechos humanos, la parte lesionada es el individuo cuyos derechos han sido violentados».
Valdivia explicó que esta categoría se ha ampliado a través de la jurisprudencia internacional para incluir no solo a las víctimas directas, sino también a familiares de personas que sufrieron graves violaciones de Derechos Humanos, organizaciones defensoras e incluso comunidades indígenas como sujetos colectivos.
Por su parte, Yaritza Mairena, de la Unión de Presas y Presos Políticos de Nicaragua (UPPN), señaló que uno de los principales desafíos ha sido el aprendizaje sobre los mecanismos de justicia internacional: «Ha sido todo un proceso ir aprendiendo sobre cómo se construye, sobre qué papel tiene la Comisión Interamericana… Ha sido todo un proceso de aprendizaje, pero creo que es sumamente bonito ver cómo ha sido todo este proceso de construcción».
La justicia como eje fundamental, no como obstáculo

Uno de los puntos más destacados del conversatorio fue la defensa de la justicia como elemento central para cualquier proceso de transición democrática, contrario a la narrativa que la presenta como un obstáculo al momento de negociar la salida de las dictaduras.
«Sabemos que históricamente la justicia es uno de los aspectos que se busca negociar», afirmó Valdivia, quien enfatizó que «la lucha actual no es porque salga el régimen, pero eso no termina ahí. En la transición hay que continuar y la exigencia de justicia va a ser ante el régimen y va a ser con el que llegue, del color y de la bandera que llegue».
Esta postura fue respaldada por Mairena, quien destacó que la UPPN apuesta por «una justicia plena, integral, estructural» y no se conforma con el término de «justicia transicional». «Creemos que Nicaragua debe pasar por un proceso mucho más amplio», señaló, agregando que «Nicaragua no puede parecerse a ningún modelo que antes se haya implementado».
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Ambas organizaciones coincidieron en la importancia de la participación activa de las víctimas en cualquier proceso futuro. «Si se constituye una fiscalía especial, un tribunal especial de justicia, y si se crea una comisión de la verdad, obviamente la participación de las víctimas organizadas tiene que estar en esos espacios», subrayó Valdivia.
Ricardo Baltodano, otro participante del encuentro y miembro del Grupo de Reflexión de Excarcelados Políticos (GREX), señaló que «por primera vez creo yo que vamos a tener en el escenario político organizaciones de víctimas que no estén dispuestas a que el problema se ubique en un plano secundario, sino que se ponga en un nivel primario».
La memoria, un elemento que contrarresta narrativas oficialistas

Las representantes también abordaron la construcción de la memoria como un elemento crítico para contrarrestar narrativas oficialistas. «Yo apuesto a las memorias críticas, porque ya hemos tenido estos tipos de memoria, cronológicas, oficialistas, acríticas», expresó Valdivia.
La memoria colectiva fue señalada como un elemento fundamental para prevenir la repetición de las violaciones a los derechos humanos. «Nosotros le llamamos el deber de la memoria precisamente porque para nosotros es un deber contar estas historias, contarle no solamente a los nicaragüenses hoy en día y a la comunidad internacional, sino también el legado que dejan las organizaciones de víctimas», explicó Mairena.
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Por su parte, Valdivia subrayó que «la memoria trasciende y esta construcción de la memoria precisamente habla de contrarrestar las narrativas hegemónicas por parte del régimen». Los participantes coincidieron en que estos testimonios no son simplemente relatos de sufrimiento, sino herramientas políticas y sociales esenciales para construir una Nicaragua donde no se repitan estas violaciones sistemáticas de derechos humanos.
Al cierre del conversatorio, Mairena reafirmó la capacidad del pueblo nicaragüense para la democracia: «El pueblo de Nicaragua demostró en abril que está preparado para la democracia, para ejercer el poder que el pueblo tiene en construir esas narrativas, esas memorias, esa exigencia, esas propuestas para reconstruir la nación».
El evento culminó con un llamado a las víctimas a seguir organizándose y a no esperar pasivamente: «Las víctimas tienen el deber de organizarse y de que no solamente se queden como víctimas, sino como actores que construyan sus propios procesos», concluyó.