Trata de Personas en las Américas: una crisis silenciosa que demanda acción urgente

En el marco del Día Mundial contra la Trata de Personas, que se conmemora cada 30 de julio, surge una realidad alarmante que requiere atención inmediata: las víctimas de explotación en América representan aproximadamente el 60% del total de víctimas registradas a nivel mundial, según datos del Plan Colaborativo de Datos para la Lucha contra la Trata de Personas (CTDC).
Las cifras revelan un panorama devastador donde las mujeres constituyen el 82% de las víctimas en el continente americano, siendo América del Norte (42%) y América Central (33%) las principales regiones de origen. Particularmente preocupante es que el 36% de las víctimas son menores de edad, mientras que el 38% de los adultos afectados tienen entre 18 y 29 años, evidenciando que este delito se ensaña especialmente con los jóvenes y los más vulnerables.
El control sobre estas víctimas se ejerce principalmente mediante abuso psicológico, físico y sexual (57%) y amenazas (47%). Un dato que resulta especialmente perturbador es que el 62% de las víctimas son reclutadas por personas de su círculo íntimo: parejas, familiares o amigos, y aproximadamente la mitad permanece en situación de trata durante dos años o más.
Modalidades de explotación: trabajo forzoso y explotación sexual
El análisis de los datos revela diferencias significativas en las formas de explotación según la edad de las víctimas. Entre los adultos, el 43% son víctimas de trabajo forzoso, concentrándose principalmente en la construcción (30%) y la agricultura (21%). Los menores víctimas de trabajo forzoso, que representan el 22% del total, son explotados principalmente en trabajo doméstico (52%) y hostelería (21%).
La explotación sexual presenta patrones igualmente alarmantes: el 79% de los niños son víctimas de este tipo de explotación, cifra que supera en 21% a la de los adultos. Los menores son explotados con mayor frecuencia en pornografía (20%) comparado con los adultos (9%), mientras que estos últimos enfrentan principalmente prostitución forzada (92%) frente al 80% en el caso de los niños.
La situación se agrava cuando se examina una modalidad emergente que crece a ritmo alarmante: la trata para actividades delictivas forzadas. Amy Pope, Directora General de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), advierte que en el sudeste asiático, cientos de miles de personas están atrapadas en complejos de estafa en línea que generan aproximadamente 40,000 millones de dólares anuales. Desde 2022, la OIM ha asistido a casi 3,000 víctimas de estos esquemas, ayudándolas a regresar a sus hogares.
Esta nueva forma de trata afecta especialmente a migrantes, jóvenes en busca de empleo, niños y personas con discapacidad, quienes son atraídos con falsas promesas laborales y posteriormente obligados a cometer delitos como fraudes en internet, contrabando de drogas o robos. El problema se intensifica porque, en lugar de recibir protección, estas víctimas frecuentemente son detenidas, procesadas y castigadas por delitos que fueron forzadas a cometer.
El llamado de la OIM es claro: «nadie debe ser encarcelado por algo que se vio obligado a hacer». La organización trabaja incansablemente para cambiar la forma en que se identifica y apoya a las personas afectadas por la trata, enfatizando que son los traficantes quienes deben rendir cuentas, no las personas a las que explotan.
El tema de este año para el Día Mundial contra la Trata de Personas, «La Trata de Personas es un delito organizado – Poner fin a la explotación», junto con la campaña de la OIM «Forzados a cometerlos, criminalizados por haber sobrevivido. Pongamos fin a la explotación», subraya la necesidad urgente de proteger a las víctimas en lugar de castigarlas.
Para desmantelar efectivamente estas redes criminales, es fundamental que los gobiernos, la sociedad civil y los actores internacionales garanticen sistemas sólidos de derivación, apoyo de reintegración y la defensa del principio de no punibilidad. Solo escuchando a las víctimas, fortaleciendo su protección y haciendo que los tratantes asuman su responsabilidad, será posible terminar definitivamente con esta forma de explotación que vulnera los derechos humanos más fundamentales.